viernes

recuerdo

"En los pliegues del aire hay un camino que nadie ve"










Escribir ahora es invocarte. Tengo esa certeza hace días dando vueltas. Sin embargo, una fuerza me veja el cuerpo y siento haber escrito todo lo que pude ya. Te inventé, pude acercarme apenas con la palabra y armar sólo una ficción de quien eras. De quiénes éramos. Una mezcla de bruma, zamba y azul que apenas pude nombrar alguna vez. Y me enoja no poder llamarte aquí, en esta hoja viva que busca salvarme. Hay una ciudad, una lluvia, unas manos. De eso estoy segura.  Pero no encuentro nada más: todo este silencio está repleto de vos y no puede llenarse de otra cosa. Araño la música, sólo a veces apareces en la brevedad de un acorde. Y ahí me quedo, en el hueco donde resonás, sola y estupefacta. Llego a vos por vías particulares, intransferibles. Y vos recibís el recado de mi cuerpo. Y me lo hacés saber en un breve temblor de otros mundos posibles que recibo por intuición nebulosa. Quizá no sepa ya quién sos. Ni me entere de los puentes que llegan ahora hasta tu cuerpo para estremecerlo de música e ideas. Probablemente no vuelva a saberlo nunca. Tal vez alguna zamba, en algún rincón del país, suene y nos reviva mientras dure y una china baile y él la mire, fascinado, lo que dure la noche.



2 comentarios:

  1. A juzgar por lo que escribís, creo que tenés la capacidad de ver los caminos que se esconden en los pliegues del aire. Es mentira que nadie los ve.

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  2. Gracias, Sabina. Sólo hay que respirar hondo, achinar los ojos y escribirlo luego. Vos sos una de las que los ve también.

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maréese un rato, maréese