LA FAUNA EMBALSAMADA
¿esto es un poema?
¿estar a oscuras sin  dormir
puede ser un poema?
¿si no hay nada
puede haber un  poema?
¿si digo que respiro en este cubo negro,
no es algo ya? ¿no  es demasiado?
¿no es mucho más que esto en realidad?
busco un  silencio quieto entre paredes
una sola palabra de penumbra
cualquiera  menos noche
porque noche está sólo permitida
a los poetas  cósmicos
yo me refiero a este apagón del verbo
la boca ciega en la  sombra de este miércoles
yo fui -yo quise ser- poeta natural, poeta  cósmico
pero soy un poeta de edificio
poeta de ascensor
y no  quiero dormir
quiero estar acostado sin luz en las palabras
por  ejemplo:
¿adónde están las manos
de esta pregunta?
¿cómo es un  poema en un departamento a oscuras?
yo que llamaba mulata, yegua de  tinta a la noche
¿adónde voy a ir?
¿qué voy a hacer con mi fauna  embalsamada
a las dos menos cuarto sin imagen
a tientas por el  verbo del piso seis sin sueño?
vendo o alquilo mi fiel cosmogonía,
cambio  sistema solar
por dos palabras ciertas
que consigan decir toda mi  sombra.
Pedro Mairal
jueves
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Hay momentos bellos que sabemos que son finitos. Que se terminan al ratito nomás que han empezado. Inexorablemente. Momentos que pueden ser breves o durar los minutos necesarios. Son momentos que subyugan canciones. Momentos frutilla. Momentos aireados. Silentes. Momentos cornisa. Momentos que no pueden más. Momentos silueta, espejo, salitre. Momentos surco. Momentos cacao. Momentos que suman escaleras. Momentos tango. Momentos vértigo, lumínicos. Momentos sanguínenos. Momentos que tapan todos los ojos. Momentos mareo. Y son perfectamente identificables. Momentos que roen el cuerpo. Esos. Los que se viven mientras se está pensando, además y en paralelo en cómo vamos a hacer para olvidarlos.
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