Despertarte a mitad 
de la noche 
y ver en el otro lado 
de tu cama 
a tu mujer llorando 
es una experiencia importante. 
Quiere decir, 
entre otras cosas, 
que mientras paseabas por los cuartos 
iluminados de tu cerebro 
algo se estaba gestando cerca tuyo. 
Un error con el cual mantenés 
una particular relación de intimidad. 
Porque aunque no firmemos nada, 
ni corramos apurados bajo la lluvia de arroz 
pensamos que es para toda la vida 
y así seguimos. 
Botes, que durante la noche, 
quedan amarrados al muelle, 
golpeándose entre sí, 
según el viento.
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Fabián Casas.
