El trató de retenerla. El nudo en la panza de los primeros cafés había regresado, ahora para calarle la ausencia.
Ella no estaría para detener sus impulsos de salir corriendo
No estaría abriendo las ventanas, ni frascos de mermelada
—El peine que nunca usa, lo tiro...
los espejos, los libros, la plantita de pensamientos—.
El la sacó de su vida. Ella se dejó salir.
La pensaba, algunas tardes, con la pesadumbre de hombre solo
y descalzo.
El último regalo es absurdo. No lo necesita
Ella ha escrito su cuento en mareas lejos, donde él no la puede leer.
—Así es— se dice —mis zapatos y yo no podemos alcanzarla.
Ella habló de desamor hace dos tardes. Hace una, se fue.
El mar la esperaba.
Ella no estaría para detener sus impulsos de salir corriendo
No estaría abriendo las ventanas, ni frascos de mermelada
—El peine que nunca usa, lo tiro...
los espejos, los libros, la plantita de pensamientos—.
El la sacó de su vida. Ella se dejó salir.
La pensaba, algunas tardes, con la pesadumbre de hombre solo
y descalzo.
El último regalo es absurdo. No lo necesita
Ella ha escrito su cuento en mareas lejos, donde él no la puede leer.
—Así es— se dice —mis zapatos y yo no podemos alcanzarla.
Ella habló de desamor hace dos tardes. Hace una, se fue.
El mar la esperaba.
Él la dejó libre para que ella decidiera. El nudo en la panza de los primeros besos había regresado, ahora para siempre.
ResponderEliminarElla estaría para darle ganas de quedarse bajo las sábanas.
Estaría dejando entrar el sol por los enormes vidrios, pidiendo ayuda para abrir los frascos de mermelada.
—El peine que nunca usa, lo miro con ternura...
los espejos, los libros, la plantita que pronto tendremos—.
Él la metió en su vida. Ella se dejó meter.
La piensa todas las tardes, con la alegría
de verla pronto
y desnuda.
El último regalo ha sido el más bello. Como todos.
Ella ha escrito sus cuentos en mareas lejos, donde él la espera.
—Así es— se dice —espero que vuelva pronto.
Ella habló de partir hace dos tardes. Hace una, partió.
El mar la esperaba.
Él la esperaba ansioso...
Nacho (muy ansioso, esperando en el patio, con ganas de hundirme en su cabello).
Hola. Me gusta más Ana (esos dientes) que Magdalena.
ResponderEliminar(Gracias por tu visita.)
saludos.
Caminando descalzos por la arena, y mirando por sobre el mar, siempre veremos cosas que nos hagan suspirar.
ResponderEliminarmuy bonito el texto.
besos y muchos globos de colores para que vuelen por ese paisaje...
Es así la lógica del tiempo.
ResponderEliminarSólo que, como dice Fito Páez, "es mi corazón quien decide entre el mar y la arena".
Por eso, yo prefiero caminar por la arena, puesto que en la mar está la poesía (ver este blog, verla a Alfonsina y verla a "ella" que se fue).
Pero en la arena me da el sol. Eso es impagable.
Lindas palabras las suyas Mar. Hermosas paralabras las suyas Nacho.
Brindo por ustedes.
Fe de Erratas:
ResponderEliminarEn el comentario anterior, donde dice "paralabras" no me refería a un grupo de rock brasileño.
Quise poner la palabra "palabras" (qué paradójico, ¿no?).
Sabe que... me acorde de ese libro maravilloso que usted tiene con esos fantásticos dibujos.
ResponderEliminarMe gustaría verlo una vez más
EL DESTINO
bellísimo encuentro de palabras las suyas, la mar.
ResponderEliminargracias.