—No existimos...
—¿Ah, no? ¿Y qué es esto? ¿Qué es? ¿Te estoy imaginado
acaso? Todo esto que pasamos... todo... para mí será muy bueno, siempre me voy
a acordar de vos, de esto...
—No, no puedo pensar en eso, no existimos.
—Vos te estás volviendo loca...
—Puede ser... [Mientras,
en el mismo lugar, pero adentro]: ...Cada
tanto me pongo a pensar en los puentes que tendemos, en lo bien que suspendemos
el riesgo en una cama llena de significados. También a veces pienso que soy tu
espejo, y que no estoy enamorada de vos (un poco porque no lo estoy
verdaderamente, y otro poco por autoconservación). Nunca te he dicho, asumo que
a este punto ya lo sabés, que nada de esto será cierto, nunca. Nunca. Nadie
hablará de nosotros, querido. No nos
resignificarán parientes, ni nos darán sentido los amigos en una mesa de fin de
año. Nunca me esperarás en un café un día de lluvia ni yo llegaré con un
paraguas violeta y agua en las botas a decirte que te quiero. Tampoco
hablaremos de asuntos del futuro, ni nos pensaremos juntos en otras latitudes.
No comeremos chocolate mientras afuera haga frío. No seremos vos y yo para
nadie, ni una maleta, ni un chop suey qué rico te sale, ni una foto. Mis
zapatos estarán acá, debajo de mi cama, que dormirán horizontales a media
hora de distancia de la tuya, siempre.
Le buscamos tanta vuelta al amor...
ResponderEliminarlo mareamos tanto a nuestro instinto...
Pero en no estar o sentirse enamorado y ser un fatalista
anti recuerdos, uno es , especialista.
y mejor aún ciertos escritores.
y mejor aún algunos músicos que hacen canciones.
Raras, las canciones.
Como ellos.
Me hiciste acordar un poco a Idea Vilariño, con esto.
Capaz que vos también,
te podés encontrar en ella,
en algún punto.
Yo que sé.
escribo errático,
porque te leo,
y me vuela.