miércoles

Dora Inés

No me animo a escribir sobre la muerte porque no tengo palabra alguna que le corresponda, que la pueda asir, acercarse, rodearla.
Me animo a escribir hoy sobre la mujer de los pilares de mi familia, la Tata. Se llama Dora Inés. Tan terrible y tan fantástica la Dora Inés. Se está yendo de mi vida de a poquito, se apaga, se me va. No la puedo retener, se desarma como el agua, se convierte en otra cosa pronto.
(Mientras escribo esto voy sintiendo cómo las palabras tan pocas se convierten en nada, son perritos, garabatos, burlas frente al mundo Tata, frente a ella misma. Las palabras son injustas con ella porque no la pueden describir, me faltan y son un vacío negro, anudado en el fondo más hondo del corazón).
Siempre tuvo sus recovecos la Tata.  Su soltería fue para ella un apostolado, un modo de ser, una bandera. Nunca silenciosa la Tata, siempre ahí, nutriendo, fogoneando, brindándose como estribo seguro a todos los que la rodeábamos. Todos sus críos. Todos salidos del calor de su mano.
Mi madre, mi tía, mis primos, mi hermana fuimos cuidadosamente sostenidos y creados por ese ser infinito que es la Tata. Esa mezcla de madre tierra con ejército de guerreros. Esa mujer rebalsada de buenos augurios y aroma a café. En todos los tangos la nombran y ella lo supo siempre, porque los cantaba encrespada como un gato y lloraba.
Esa mujer apasionada es mi Tata. Y en estas líneas hago el intento de revivirla porque no la quiero dejar ir. Un manto de silencio hay sobre ella ahora, que está en una cama con millones de porquerías que nunca hubiera soportado. Déjenla porque esa no es la Tata, carajo. Ella se quiere ir o se quiere quedar, pero esa no es ella.
Mi Tata peronista. La Tata obrera. Puso el pecho la Tata. Me marcó el camino. Me honra ser su cría y tener un poquito de su sangre escorpiona en esta tierra. 
Todavía su nombre no puede vaciarse. Es un dolor intenso, primitivo el que tenemos todos los que quedamos aquí. Todo su nombre lleva estrellas, lleva regalos, lleva amor.
Entiendo que tarde en irse la Tata. Ella es la casa, ella es el barrio, mi cama de niña. Ella es el patio, los relojes, las rosas. Ella es el olor de la cocina, el bon o bon, el agua corriendo. Si se va ella se nos va el escenario de esa vida. Inventaremos otro de a poquito, pero ese es tan bello, carajo. 


No te vayas Tata, convertite en lo que quieras. Usá tus cosas, escuchá tu radio, hablanos Tata. Peleame, haceme el café. No te vayas. No te voy a decir más cosas feas. Quiero ser chiquita, Tata. Llevanos a la escuela. Voy a tomar toda la sopa. Quiero oírte, no te vayas. Cuidame de nuevo, acompañame. Quiero devolverte algo. Soy tan pequeña. Todos somos pequeños, Tata.
Quiero que te transformes. Quiero llevarte un poco de menta y un vaso de leche con pan para agradecerte. Ojalá seas el mar cuando lo mire, ojalá alguna de las golondrinas que llevan palitos y que pasan por mi balcón al atardecer. 

Quiero saber dónde vas a estar para mirame de nuevo en vos, mujer fundación de mi vida. Quiero ser ahí donde estés.


2 comentarios:

  1. ay amiga.

    ay.

    yo sé que no es nada lo que te voy a ofrecer, porque si hay algo peor que la muerte es esperarla, ese camino entremedio; pero acá hay un hombro para que llore cuando quiera. y unos brazos largos que abrazan bien, porque están rechonchos.
    y las ganas de tomar todos los vinos que sean necesarios, cuando la espera ya no sea más. y antes y después también.
    siempre.

    te abrazo marian. te abrazo bien fuerte.

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  2. "las abuelas curan
    con un toque de miráncora
    el mal. Juegan a la conga
    y se equivocan siempre al cortar.
    Las abuelas,
    las abuelas
    que veo yo.
    Las abuelas viven
    en castilllos que no quieren perder
    sabe a caprichosas,
    pequeñas princesas sin rey
    Las abuelas viajan
    por la sangre
    en un eterno espiral
    nos dejan lunares
    susurros
    su forma de andar
    Las abuelas
    las abuelas
    que llevo yo.

    Las abuelas bordan
    un molino en el viejo mantel
    y siempre les falta una pieza
    en el juego de té.
    las abuelas velan
    en la noche por el niño que está
    y por el ausente no importa , ellas velan igual
    las abuelas
    las abuelas
    que quiero yo."

    Y como quise a la mía...no tiene nombre.

    EStoy ahí,
    aunque no esté
    siquiera en tus pensamientos
    ni por un isntante,
    estoy ahí,
    ahora
    contigo.

    Nicus

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maréese un rato, maréese