Yéndose si querer. Sin querer irse. Alejándose por el camino ya andado y descubriéndose distinta. Yéndose a paso lento, por las dudas y por las sorpresas.
Bajando las escaleras, sacando un saquito de té de la caja recién pintada y ordenando emociones mientras se calienta el agua en la soledad que tienen todas las cocinas a las dos de la mañana. Apurando el paso porque aparecen más palabras que decir en ese texto. Muchas más palabras que decir, aún después de pensar que las había dicho a todas y que había explotado los márgenes del lenguaje en una supuesta guerra de posibilidades y derrotas.
Continuar alejándose buscando una canción en el reproductor y dando con Herbie Hancock en un piano sutil y una damita que dice It was the hexagram of the heavens, It was the strings of my guitar. Alejándose del modo que se puede, escuchando la conversación entrecortada de los que están abajo de la ventana ah, no sé, yo ya te dije, gil. ¿ahora qué vas a hacer? No sé, no sé, quedó en llamarme, pero ya son las dos y media. Quitándose con gusto los restos del día, una crema, un pijama, un libro, un reloj. Y buscando el sueño para irse mejor por un rato. Yéndose de nuevo, al otro día, descubriendo que sigue en blanco y negro la vida y nada la cambia por ahora. Dándose cuenta de que no hay feeling con el muchacho que acaba de conocer. Que ni siquiera la malicia lo salva y hace preguntas bobas, que no la llevan a donde ella quiere ir. Y que la conversación lo deja inerte, blandito, aunque ella insista con furia a que sí, a que sí.
(a—¿sos romanticona?
b—no, no soy romántica, preferiría hablar de otra cosa...
a—¿preferís hacer el amor o tener sexo?... ¡qué pregunta, eh!
b—prefiero que te vayas
a—¿a qué te referís?
b—te llamo un taxi)
Alejándose de la manera que no conoce aún, yéndose con todos los recuerdos ahí, en el hipotálamo, golpeando cada surco por donde la piel se escama. Amaestrando a los perfumes que vienen a complicarle la noche y a todas las imágenes de todos los cuartos. Yéndose como puede, como debe ser: con toda la sangre en contradicción y la sensación siempre falsa de morir.