"Ahora podemos entender mejor el abismo que separaba a Sabina de Franz: él escuchaba con avidez la historia de su vida y ella lo escuchaba a él con la misma avidez. Comprendían con precisión el significado lógico de las palabras que se decían, pero no oían en cambio el murmullo del río semántico que fluía por aquellas palabras".
Milan Kundera, La Insoportable levedad del Ser.
Claro que no te pude dar mi amor, hombre
y que no se enredaron en mí madreselvas que te sujetaran
como estampas vivas
tan cierto que no pudimos despertar de nuestro ser así
y nos mirábamos en la calle como mojones silenciosos
que marcan el fin y el comienzo
pero que no se acercan, ni se rehúnden
y unas babas del diablo los unen, tímidas
si acaso
no tuve de vos más que tibiezano quise de vos más que tibieza
nos encontrarnos rasgando el corazón de antes
para hacer uno nuevo, para reverdecer
yo llegué aquí abajo, ya me ves
desde donde puedo verme
y verte
y vernos ir, mejor así
claro que no te pude dar lo que se da
acaso sanamos
nos curamos como los lobos
en una cama vital
y en los paisajes de nuestras fotos
estamos ahí ahora, nos veo
en felicidades sin más allá
nos habremos filtrado
en las constelaciones de nuestros cuerpos pasados
en la alegría tibia de los interludios
en la página marcada de los libros vivos