es que a veces
en las ventanas
que renuevan cuerpos
colores
y penas
cancionistas
que hicieron todo su esfuerzo
en caerme simpáticos
en afinar su estilo
en tocarme el corazón
estás vos
latente
asediándome el shuffle de las mil mañanas
sitiándome la costumbre cándida
de emocionarme hasta la asfixia
repeat all
vos
viviendo en mi playlist
permanente
azuzándome los ojos
como si nada de todo
hubiera pasado
y en la noche sonara una Elis Regina eterna
o el final de una rapsodia que descansa
en las espaldas
de la gente que se enamora
(Salí eyectada de ese lugar, como si alguien hubiera puesto una rodilla en mi espalda y me obligara a saltar hacia la calle ciega y confusa. Ahí adentro había experimentado algo breve que me entorpeció el alma con intensidad y la boca de sabores viejos. La cercanía, el rumor de una voz oscura, la conjura, resonaban en mis huesos y los hacía pulsar. Se espantaban y había que huir, claro que había que huir, mi dios.
Aunque nada de eso percibí con claridad hasta que estuve fuera del lugar y te dejé atrás. Un recuento infinito de murmullos vivieron en mí hasta llegar a mi casa. Pensé cosas. Que el amor o -eso que se le asemeja- nos deja débiles. Que de repente todo era silencio por fuera. Que estaba feliz, sin embargo. Que sólo si me cortaban las manos iba a dejar de tocarte. Que sólo si me quitaban el cuerpo y no me dejaban nada. Nada de nada. Que quién sabe cuándo me vuelva a pasar. Que quizá la muerte venga con esas sensaciones. Que tal vez ya había muerto y lo que quedaba de mí era un cuerpo corriendo inerte como en una cinta sobre el suelo y que la vida que sentía que estaba viviendo era sólo memoria. Que cuánto voy a escribir cuando llegue a mi casa. Y te vi, agarrándome el puño. Haciéndome la fuerza necesaria para que de mi lapicera salieran raudas las hijas del deseo a vivir en el papel. Y me vi, con el saco puesto aún, sentada en mi escritorio, luego de haber visto la mudanza diaria de las aves a las siete, escribiendo).
“Apenas si teníamos recuerdos
comunes que salvar de la tormenta”
Rodolfo Serrano
Debo sacar esta artillería de palabras para decírtelas a vos. Debo encontrarlas, sostenerlas, amaestrarlas hasta que puedan ser un regalo de adiós y buenos augurios. Hace días que me voy sacando las noches y los besos para que no duelan tanto. Quién sabe si algún día tendremos otra cama que compartir y si nos acordaremos de este hueco solo y amoroso que creamos para coincidir.
Lo cierto es que va quedando poco ya de este hilo y me tengo que sacar la poesía. Para encontrarle una forma, qué se yo, para sincerarme. Fui trabajando el olvido en tu presencia. Me fui desnudando de vos enfrente tuyo. Vos me veías, o eso parecía, pero no tuviste ganas de decirlo. Lo mismo que yo. Sólo que a mí me dejaba sola el amor y la noche pasaba más lenta. Y en esos momentos se decide más rápido: O se quiere con locura, se toma la taza por el asa y se abren mares peligrosos. O se deja ir. Y así dejando, a pasos cortos y cansados, me voy yo.