martes

Cerezo en flor










[Las familias japonesas salen al campo y a los jardines de las ciudades para ver a los cerezos florecer y beber sake debajo de estos árboles. La flor del cerezo es la vida simple y pura y el cerezo en flor es el símbolo del paso del tiempo y la floración es un instante feliz que representa el renacer de la vida].



De cerezas y avellanas dice el jabón que está compuesto
me lavo el cuerpo
y desde aquí puedo ver la noche
un agua más clara que corre
una casa de crepúsculo naranja
un cerezo serafín en el patio que florece tímido con los preludios de la primavera
una mano que me acaricia la piel y las ideas
con la minuciosidad del tiempo y la ternura
bien podría ver en el cerezo un árbol indeciso y modesto
floreciendo en su sequedad aparente
o decir que la ola polar estaba prevista para mí
y no tener un mango partido al medio
desde el día diez
bien podría yo pensar que el crepúsculo es cursi
y decir puta madre
y la mano, cualquier mano permutable, podría ser
la vida una mierda también
si me lo propongo
pero resulta que no

mientras el jabón de cerezas y avellanas me acaricia
y el agua me quema deliciosamente
lo veo todo muy claro
me quiero a mí así
sublimada de emoción
con el cerezo allá en el patio
floreciendo sin barullo
la compañía del té y el bizcochuelo
abrazando
hablando del amor
haciéndolo
acunándolo
mirando a los seres que quiero cerca de todas maneras
como un jabón de cerezas y avellanas, cerca
de la piel y las ideas, cerca.

viernes

Tengo murciélagos en el techo
Entre el cielo y yo hay decenas, qué digo, cientos de ellos
que chillan, se cortejan, se alimentan
Me colman la cama de pánico mudito
de insomnio
Camino de noche como cuando niña
En busca de consuelo, de un poco de agua
Me pregunto cuántas veces tendré que explicar
Todas las formas del amor que se me ocurren
Cuándo te veré y te contaré todo esto que me pasó y me pasa
Con los murciélagos, con los augurios, con mis libros
Con vos, con los otros
Cuándo sabrás que tuve que salir como rayo de ese lugar
En el que me resoplabas los restos de un deseo moribundo
que entraban en mí como nudo en el  plexo solar
 
                                                      entre el ombligo y el corazón

Los roedores que vuelan y no se callan
en la oscuridad me tienen sola y presa
quisiera ser otra, líquida, apropiada

                                                          acontecer, zarpar
 
despertarme rápido  y empezar el día
Resolviendo a la vez mi carrera y mis letras
Mis impuestos,  mis padres,  el wi fi
La cucharita de dulce de leche que me como de madrugada
Mirando cómo se aguanta esa ciudad de la ventana
Los sonidos agudos y penetrantes de estos vampiritos
Que se obstinan en intermediar con el cielo
Y golpean mi cielorraso con aleteos de comunidad movilizada
Ando de día con ojeras azules, con hambre en el pecho
Y con citas que postergo para nunca



Cuando no estén más
los murciélagos
tendré menos excusas
y empezaré a nombrarte.